viernes, 25 de junio de 2010

Poesías del Concurso

Madre Sagrada María
Auxilio de cada día
Resguardo de mi familia
Innumerables son nuestros ruegos
Alimentas nuestros corazones

Acompañas en todo momento
Un manto siempre nos protege
Xilografía de imagen tierna
Inmaculada, humilde y serena
Llenas de alegría nuestro hogar
Inundas de paz nuestro espíritu
Alabada seas querida Madre
Das todo sin recibir nada a cambio
Oras por todos nosotros
Recibe Madre nuestro agradecimiento
Auxiliadora Bendita seas


Antonio Romero
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Con amor, a María Auxiliadora.

Tu cetro querida Madre
que se abre en una flor
nos anuncia el esplendor
de tu ser incomparable.

Tu mirada entrañable
nos envuelve y acaricia
nos indica la  delicia
del Señor y su mensaje.

Tus pies apenas visibles
sabemos que son ligeros
para estar con los viajeros,
de esta vida,  caminantes.

María, Mujer vibrante
con el corazón en llamas
muestras a los que amas
al Hijo que tú engendraste.

El Niño que tú sostienes
parece que nos hablara
y con su voz invitara:
“esta Madre ya la tienes”.

Tu Auxilio seguro y fuerte
confiamos poder hallarlo
y con fuerza proclamarlo
desde un punto, a todas partes.

Por ello este pueblo siente
que Tú, Madre, eres su Hogar
para poder saborear
tu ternura incomparable.

Y cantar una y mil veces
Ave, Madre y Señora.
Gracias por esta hora.
Gracias por ser Quien eres.

Graciela Ana Laino

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Patria
Ante tus muros sacrosantos
¡oh, Basílica centenaria!, -toda luz y guía-,
para ti, mi emocionado canto,
hecho oración y poesía.

A la conquista de la patria verdadera,
mi alma va; del gozo eterno,
patria suspirada, ¡oh, santa Sión celestial!
El largo viaje y el tremendo peregrinar,
sin obras – obras de amor fecundo-,
de nada servirán.
La semilla ha de dar fruto,
en palabras de bondad.
Ser “como huerto regado” –Isaías ya lo dice-
“como fuente de aguas vivas
que no se agotan jamás”.
Siempre junto al hermano
en servicio sublime; y amar,
¡por siempre amar!
¡Cielos, cielos más altos
que la patria terrena!
Desde el humilde recinto de mi ser mortal,
oíd la voz mía que os llama…
Dadme el claro pensar,
y la mano que edifique
el cimiento primero en sendero de paz…
(No hay premio posible sin duro batallar).
A la conquista de la patria verdadera,
mi alma va; del gozo eterno,
patria suspirada, ¡oh, santa Sión celestial!
Lea Ferandini

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