miércoles, 23 de junio de 2010

Poesías del Concurso

Por eso, mi boca implora
En tus ojos, sólo un “Sí”
y, por él, en tus entrañas
cupo quien no tiene fin:
Aquél cuyo amor no engaña.
En tus labios, la alabanza,
y en ella una profecía:
“Seré bienaventuranza,
seré fe, seré alegría”.
Por eso, mi boca implora
al contemplar tus misterios:
“Ven a mí, Auxiliadora”.
En tus brazos sostuviste
Al que todo lo sustenta,
mostrándolo a pecadores
para que a Dios se conviertan.
En tu mente, la Palabra
que es espíritu y es vida,
y ha de ser nuestro alimento
para toda travesía.
Por eso, mi boca implora
con el corazón abierto:
“Ven a mí, Auxiliadora”.
En tu rostro, la sonrisa
del vino transfigurado:
“Haced lo que Él os diga”,
porque en Él todo es sagrado.
En tus pies, el caminar
fue fiel al Verbo encarnado,
cierto que, quien de Él espera,
nunca espera demasiado.
Por eso, mi boca implora
ahora y a toda hora:
“Ven a mí, Auxiliadora”.
En tus mejillas, tormento,
y el corazón traspasado,
pues en la cruz padeciste
con Cristo crucificado.
Y en medio de aquella hora
de suplicio cruel y amargo,
cual Madre nos recibiste
en el discípulo amado.
Por eso, mi boca implora:
“Ahora y en ‘esa’ hora,
ven a mí, Auxiliadora”.
En cenáculo de Espíritu
a todo apóstol reuniste,
y a
la Iglesia de tu Hijo
con tu manto Tú cubriste.
Rostro materno de Dios, que tu Hijo a todos diste: Él nada puede negarte
pues negarte no quisiste.
Por eso, mi boca implora:
“Yo nada negarte quiero:
ven a mí, Auxiliadora”.
San Juan Crisóstomo y Proclo
tu auxilio ya atestiguaron
y el Espíritu inspiró:
“¡Es auxilio de cristianos!”
Auxiliadora de enfermos,
de pobres y desahuciados,
San Juan Bosco bien decía:
“Rezadle y veréis milagros”.
Por eso, mi boca implora:
“Un milagro es lo que pido;
ven a mí, Auxiliadora”.
Veinte siglos han pasado,
y hartazgo de males viste;
nuestras faltas y miserias
de piedad Tú revestiste.
Y porque con Jesús estás,
y porque con amor viviste,
y porque dulzura sin par
a todo este mundo diste…
Por eso mi boca implora:
“Te quiero, Madre del Cielo;
ven a mí, Auxiliadora”.
Gabriel Sozzi Quiroga

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A María Auxiliadora

A la Madre más tierna y dulce
María Inmaculada, Madre de Dios
Auxiliadora de los pobres y afligidos
Renovadora de Esperanzas
De Infinita Bondad Celestial.

A la Humilde Servidora del Señor
A la que siempre Aboga e implora por nos
Urgentemente la ayuda del Salvador.

Ya aquí presente entre nos
Una voz todo el Pueblo aclama:
Danos la salvación
Auxílianos siempre
Danos el milagro de la vida

Extiende tus tiernos brazos y abrázanos
Lanza desde el Cielo
Eternos destellos de tu Amor

Otórganos el deseo
Y  las ansias de la fe eterna
Socorre a los afligidos que a Ti claman
Sé por siempre Nuestra Madre

Eterniza este momento de Encuentro Sagrado
Realiza en nosotros la Obra Encomendada

Enséñanos el camino a seguir
Sana los corazones heridos
Da a cada uno el Don Prometido

Ea, pues, aboga ante Jesús desde tu trono
Infinitas bendiciones

Osa implorar por siempre
Salud, gozo, paz
A nuestros corazones

Madre Auxílianos siempre
A nosotros que a Ti clamamos
Mándanos obedecer
Eternamente al Amor.

Miriam Roxana Goldfinger


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Tu luz conductora

Me acerqué a tí auxiliadora
porque mi ángel de la guarda me guió,
encontré en tí la luz conductora
que por el senderlo iluminado me llevó.

En tu hogar cálido y celestial
me brindaste protección,
me enseñaste ese amor especial
que fortalece y nos lleva a la transformación.

Madre mía auxiliadora
tu manto sublime me abrigó.
madre mía auxiliadora
tu bondad divina me cubrió.

La dulzura de tus palabras
me colmaron de armonía, esperanza e ilusión
tú iluminaste las sombras
que invadían lúgubres mi corazón.

Tu imagen llena de candor
acompaña el tiempo eterno que nos une,
tú escuchas con la amabilidad de tu amor
haciendo que el dolor no quede impune.


Soy tu hijo auxiliadora
te doy gracias por estar a mi lado.
soy tu hijo auxiliadora
hoy mi espítritu feliz al cielo se ha elevado.

María Inés Petrozzi de Arribalzaga

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A tus pies y en tus manos

Perdidos, rendidos, lejos,
sin rumbo en este mundo;
señalados por otros,
marchamos con las manos vacías.

Buscando un no sé qué…
viendo nuestra existencia
que se perdía,
vimos un manto que nos cubría.

Calor de madre se percibió
envolviendo nuestras heridas;
Ella vio nuestra debilidad…
Y no dudó en dar sentido a nuestra fragilidad.

María, María dulce nombre
mis labios pronunciaron,
dormidos por el frío,
Ella nos cobijó.

Su mirada me deja ver
su belleza de mujer.
Por eso, hoy siendo su hija
la llamo mi mamá con todo mi ser.

Horeb

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Auxiliadora

Eres luz en las tinieblas.
Eres guía y faro encendido
Tú muestras el camino al que está perdido.

Tu mirada
Me sostiene con dulzura
Y tus manos
me acarician con ternura.

Tú escuchas mis ruegos
Y me das consuelo
Tú transformas mis rosarios
En milagros

Eres nido que cobija
Das calor que abriga
Alimentas a tu cría
Y le enseñas a volar

Tú conviertes los pichones
En gorriones
Y los llenas de bendiciones

Y así van por todas partes
Llevando como sello tu estandarte
Por ser tus hijos Señora
Tú nunca los abandonas

Eres educadora, Madre y Protectora
Te llaman “La Auxiliadora”
Virgen Sagrada María
Gracias Madre Mía por tantos milagros
Y los cien años en Almagro


Rosa Inés Vanni de Romero

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Casa materna


Amplia, para cobijar a todos,
Casa de María y de sus hijos,
que no queda vacía con el tiempo,
y a oleadas acoges a los que vuelven

Recibes a quien en silencio se acerca
casi furtivamente y de puntillas,
para abrir el corazón doliente,
para ofrendar sus gozos y alegrías.

¡Casa de María, nuestra Madre!
Testigo de la entrega de la vida
al Proyecto de Dios en cada uno,
recreando en nuestro hoy tu primer “Fiat!”.

¡Casa de María y su Familia!
Hermanas a los hijos, que ya crecidos,
en el regazo de la Madre se hacen niños
y aunque diversos, se sienten preferidos.

De la fuente bautismal al matrimonio,
el sacerdocio o la vida consagrada,
en el barrio o en la misión lejana
tu Presencia, Madre, por doquier se irradia.

Tu Presencia, sí, pues te llevamos dentro…
Tu mirada, Madre, nos plasmó a tu imagen
y nos impulsa a mostrar a todos
el Rostro de tu Hijo y su Evangelio.

¡Casa de María y de su pueblo!
Tu santo abrazo reconcilia y sana
y escuchamos, cual Mensaje Nuevo:
“Hagan caso a las Palabras de mi Hijo”.

Mirtha Haydeé Bullejos


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Mi Seguro a Toda Hora

Querida Madre mía,
mi eterna compañía,
siempre tan solidaria,
la mejor intermediaria.

Cuando a Ti he recurrido,
tu auxilio siempre he tenido,
no tienes días ni horarios,
para Ti no hay calendarios.

Recurro en cualquier momento,
pues trabajas todo el tiempo,
llegar a Ti es accesible,
estás siempre disponible.

Eres la mejor abogada,
no te olvidas pues de nada,
siempre me vas a ayudar,
jamás tendré que apelar.

Contigo todo se torna rosa,
pues eres maravillosa,
contigo encuentro la calma,
eres el auxilio del alma.

Como Madre de Jesús,
me cubres con Tu luz,
estás siempre en mi mente,
tu auxilio es permanente.

¡Oh, María Auxiliadora,
mi auxilio a toda hora!

Costa Ema C. Augusta

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